martes, 29 de mayo de 2012

Respuesta incompleta

   Desde el punto de vista teórico ya no caben grandes relatos ni explicaciones omnicomprensivas. Tras el fracaso y la impotencia reduccionista de los positivismos y de todos los historicismos, incluso del marxismo como doctrina… parece que ya no sirven sino micro-explicaciones puntuales sin fundamento ontológico definitivo. Las ciencias cubren algunos de esos agujeros, responden a preguntas puntuales, pero no proporcionan ya el fundamento que los mitos daban a las culturas que sobre-vivían instaladas en ellos.

   Desde el punto de vista práctico, el hedonismo fue un buen lugar donde situarse mientras se pudo gozar con plenitud. Una función análoga cumplió el budismo en su versión “más suave”, pero tanto uno como otro, budismo y hedonismo, han fracasado. No sirven. Somos cuerpo, cuerpo que se plantea su sentido, pero materia física sometida al devenir, procesos en constante transformación. Cuerpo que se deteriora hasta llegar a su fin. Gocemos de él... “¡mientras podamos!”. ¿Y qué queda? Quedan quimeras, ilusiones causadas por neurotransmisores, conexiones o redes neuronales (a partir de ellas “nos comemos la polla” y a algunos “se nos va la pinza” más allá que a otros). ¿Bueno o malo?, ¿peor o mejor?... ¡preguntas absurdas! Lo que es sin más no es susceptible de valoración, como cuando nos preguntamos: ¿qué hubiera ocurrido si...? Esto fue lo que Spinoza vio con claridad, mientras pulía lentes para que su amigo Huygens pudiera formular su teoría ondulatoria de la luz. ¿Onda o corpúsculo? La estupidez humana se hace esas preguntas, inconsciente de ser como la piedra que cae y se cree libre porque “quiere” caer. ¡Aceptémoslo, sin más! ¡Fracasamos!

   Fracasado todo intento de justificación teórica (científica, filosófica, religiosa), sólo queda sobre-vivir (como en el mito) y aprovechar cada momento como “momento que queda”. ¿Cómo? ¿Qué hacer? Cada uno ha de buscar lo que quiera buscar, pero sin tratar de contar lo que haya creído encontrar, porque no hay nada común que encontrar, no hay “sentidos”: Nada puede aspirar ya a ser “universal”, “real”, “verdadero”, “criterio”. Agresión es la arrogancia del que cree fundamentar algo, y mucho más si lo que “fundamenta” es un estilo de vida, unos principios éticos o una forma de “ser”. Contra éste sólo cabe la fuerza de una razón crítica capaz de demoler su endeble edificio de cartón-piedra. Si en eso consiste “ser sádico” y si uno lo es, entonces debe serlo hasta el final. Y tras la tempestad vendrá otra tempestad, pues no hay rumbo ni faros que nos guíen. ¡Temed mi palabra!


No hay comentarios:

Publicar un comentario